Artículos de opinión
Especialistas de renombre reflexionan y profundizan temas claves concernientes a la salud pública.
Controversia sobre la inclusión curricular de las Humanidades
en la formación en salud
Controversy over the inclusion of Humanities in health education curriculum
Alejandro Fontenla
Integrante de la Unidad Pedagógica,
Escuela de Gobierno en Salud Floreal
Ferrara, La Plata, Argentina
En las últimas décadas ha existido una gran discusión sobre
la inclusión de las Humanidades en la formación de los pro-
fesionales de la salud.
En el caso norteamericano, algunas críticas señalan su falta
de practicidad e irrelevancia. Los estudiantes pueden disfru-
tarlas, pero no reconocen su importancia. La mayoría com-
parte la visión de la medicina como una disciplina objetiva,
científica, basada en hechos y habilidades técnicas; visión
reforzada por un currículo en el cual las humanidades asu-
men un rol periférico.1
argumentación médica, sostiene que los médicos “ignora-
mos reglas básicas del proceso de argumentación, y podría-
mos mejorar mucho entrenándonos en este campo, dado
que existen hoy “múltiples propuestas para enriquecer la
mirada médica, entrenando otras capacidades que pueden
generalizarse como narrativas”. Incluso se menciona la “re-
tórica” en el encuentro médico-paciente. En otras palabras,
podría utilizarse un análisis más completo de ambos rela-
tos, en términos de semántica, argumentación, recursos
expresivos, escucha reflexiva.3
En la experiencia norteamericana, con una tradición de más
de treinta años de discusión sobre el rol de las Humanidades
en la educación médica, su integración curricular continúa
siendo fuente de varias críticas y conflictos no resueltos.
Sin embargo, como parte de la controversia, frente a los
reparos, aparecen miradas más positivas. Johanna Shapi-
ro propone “recontextualizar, en forma interdisciplinaria, a
través de estudios colaborativos, el lugar de las humanida-
des médicas en el núcleo de la profesión médica, y no en
la periferia, para que estas sean consideradas no solamen-
te agradables sino también necesarias. Además, señala la
necesidad de promover una participación regular de profe-
sionales humanistas en la enseñanza en aula a lo largo del
currículo, lo cual podría reducir la distinción entre profesores
médicos y no-médicos, mejorando la credibilidad de las Hu-
manidades médicas y sus docentes”.2
La misma autora, en el trabajo citado, estima acertado haber
introducido en los cursos de medicina disciplinas del área
de las humanidades (que reúne saberes de filosofía, ética,
psicología, antropología, artes, sociología, historia, política)
con el objetivo de superar el poco productivo antagonismo
entre tecnicismo y humanismo, sumando a la perspectiva
técnica una mirada sobre la condición humana.
Un párrafo destacado merece el aporte de la antropología,
que enseña a los profesionales de la salud que “es necesa-
rio escuchar, primero, cómo nuestro interlocutor define su
situación. En segundo lugar, cuál es su experiencia biográ-
fica, recordando que una persona siempre está situada bio-
gráficamente en la vida y es, en ese contexto, que piensa,
siente y actúa. En tercer lugar, cuál es su reserva de cono-
cimiento, o sea, cuál es su sedimentación de experiencias y
situaciones vividas a partir de las cuales interpreta el mun-
do y pauta su acción. En cuarto lugar, a qué da relevancia en
su discurso, pues su estructura de relevancias se relaciona
con su bagaje de conocimientos y su situación biográfica”.4
Otras miradas hacen foco crítico en la utilización del len-
guaje: “La tarea de atender a nuestros pacientes transcurre
sobre un andamiaje natural de conceptos y presupuestos
que tomamos por sobrentendidos. Las palabras, el lenguaje
que define los problemas que afrontamos, las metáforas de
la enfermedad, del riesgo y del pronóstico, y las recomen-
daciones que transmitimos en el discurso nos parecen he-
rramientas ‘inmanentes’ de la profesión, sin estar sujeta a
crítica o reflexión”.
Como admite Shapiro, “cambiar esta cultura institucional re-
quiere no solamente un mayor desarrollo y profundidad de
conocimientos en el área y en su integración en las diversas
disciplinas sino también la creación de nuevas metodolo-
gías y estrategias de enseñanza junto con la preparación y
el entrenamiento docente”.
Propuestas insuficientes
Si pese a la necesidad de revertir las tendencias hegemó-
nicas mediante la incorporación de las Humanidades en el
plano de la formación, y pese a las propuestas correctivas,
los resultados esperados no se consolidan, vale considerar
un aspecto no tenido en cuenta.
Según este razonamiento, los médicos son usuarios pasi-
vos del lenguaje, que como otros “agentes terapéuticos”,
tiene sus indicaciones y contraindicaciones, sus grandes
éxitos y fenomenales efectos adversos.5
En efecto, para intentar revertir el problema de la deshuma-
nización, en la elección de determinadas disciplinas en los
aspirantes a residencias, en la concepción de la práctica a
asistencial y del paciente como sujeto, en los ámbitos labo-
rales y en los niveles de formación, la bibliografía, además
de reconocer el problema, recorre diversas propuestas.
Se habla de incluir en los módulos de formación, disciplinas
como la bioética y la antropología; otros autores destacan
la “Medicina basada en evidencia narrativa”, incluyendo un
diálogo más completo con el paciente en términos de se-
mántica, argumentación, recursos expresivos y escucha
reflexiva. Esta corriente valora, además, el análisis de la
Un camino posible
Comprobamos que el recurso a las humanidades, tal como
se verifica hasta ahora, incorpora contenidos de bioética,
antropología, pedagogía, sociología, filosofía, ética, psico-
logía, disciplinas cuya contribución es valiosa, pero implica
miradas sesgadas hacia lo dogmático. Por consiguiente,
excluyen aproximaciones más libres y diferentes, como son
las que brindan la literatura, y el arte.